El pasado viernes 14 de abril tal como se tenía previsto se realizaba junto al monolito en recuerdo a los ubriqueños fusilados y víctimas de la represión durante la Guerra Civil la ofrenda floral que abría el Abril Republicano organizado por la Asamblea Local de Izquierda Unida LV-CA y el Comité Local del PCA, cuyo coordinador y secretario de los mismos, José García Solano, abría el acto hablando sobre la coincidencia de fechas entre la conmemoración de la Proclamación de la II República y la festividad de los católicos “Semana Santa”.

Se dirigió a los asistentes poniendo de manifiesto y de manera precisa que los republicanos no somos anticlericales, que respetamos las creencias de las personas y defenderemos su derecho a practicarlas y mantenerlas. Pero que no se confunda esta actitud con la de que el Estado debe sufragar los gastos de sus manifestaciones y su práctica religiosa. Abogamos por la separación entre la Iglesia (cualquiera que sea) y el Estado. Tienen funciones distintas. La del Estado es velar por los derechos de todos: creyentes, menos creyentes, agnósticos, ateos y lo sean de unas religiones u otras.

El principio de Igualdad entre los ciudadanos y que proclama la Constitución Española de la II República sólo se pueda dar en otra República, porque el Jefe del Estado es un ciudadano más que afronta su elección en las urnas. Es por eso que nuestro esfuerzo, por una parte es mantener el recuerdo de lo que supuso la II República, con sus valores y mirarnos siempre en quienes tan injustamente dio su vida por defenderla,  y expandir el conocimiento de sus principios forjando la organización social que culmine en el advenimiento de la próxima y necesaria República Española.

«Trabajamos por la Igualdad, Fraternidad y Solidaridad, por la Libertad de conciencia y por extensión por los Derechos Humanos», expresaba García Solano

En el acto que contó con numerosa asistencia, participaron también Ángel Fernández, en nombre de IU Sierra de Cádiz y de la portavoz municipal de IU, Pepi Morales, que leyó un poema a los asistentes. De igual forma también participaba en el acto el doctor en Historia, Fernando Sígler, que leía a los presentes diversos artículos de la Constitución Republicana de 1931, finalizándose el acto con la reproducción del Himno de Riego.

«Poema para la República»

Esa que le robó tres colores al arcoiris,
Esa que hunde a la monarquía con sus honores.
Esa amante del pueblo que todo lo puede.
Esa que grita libertad e igualdad por cada ciudad que recorre,
Esa que nos dió una herencia de esperanzas.
Esa que bosteza cada vez que alguien la llama,
Esa que desnuda a la inglesa con crudezas.
Esa que no tiene príncipes ni princesas.
Esa niña bonita que le guiña un ojo a la democracia.
Esa que cuentan con orgullo los ancianos del lugar,
Esa que fue derrotada por injusticias del ayer,
Esa que todos ansían que se proclame por tercera vez.

!!VIVA LA REPÚBLICA!!

Versos anónimos escritos por presos republicanos de la cárcel de Ocaña en 1941 bajo la supervisión de Miguel Hernández

Muy de mañana, aún de noche,
antes de tocar diana,
como presagio funesto
cruzó el patio la sotana.

¡Más negro, más, que la noche
menos negro que su alma
el cura verdugo de Ocaña!
Llegó al pabellón de celdas
allí oímos sus pisadas
y los cerrojos lanzaron
agudos gritos de alarma.

“¡Valor, hijos míos,
que así Dios lo manda!”
Cobarde y cínico al tiempo
tras los civiles se guarda,
¡Más negro, más, que la noche
menos negro que su alma
el cura verdugo de Ocaña!

Los civiles temblorosos
les ataron por la espalda
para no ver aquellos ojos
que mordían, que abrasaban.

Camino de Yepes van,
gigantes de un pueblo heroico,
camino de Yepes van.

Su vida ofrendan a España,
una canción en los labios
con la que besan la Patria.
El cura marcha detrás,
ensuciando la mañana.

¡Más negro, más, que la noche
menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!

Diecisiete disparos
taladraron la mañana
y fueron en nuestros pechos
otras tantas puñaladas.

Los pájaros lugareños
que sus plumas alisaban,
se escondieron en los nidos
suspendiendo su alborada.

La Luna lo veía y se tapaba
por no fijar su mirada
en el libro, en la cruz
y en la “star” ya descargada.

¡Más negro, más, que la noche
Menos negro que su alma
El cura verdugo de Ocaña!